Otra característica común para gran variedad de peces artificiales es el sonido interior. Este sonido se produce con bolas de plástico, metal o cristal, siendo estos dos últimos materiales los que producen mayores vibraciones. Los peces se sienten atraídos por ellas, porque son emitidas en unas frecuencias que les excitan. Se sitúan en las cavidades del cuerpo, de la cabeza… En muchas ocasiones, estas bolas sirven para equilibrar el peso del artificial y que penetre en el agua de una determinada forma al caer, o simplemente que nade de una forma u otra.
Aunque, a veces, el que estos señuelos tengan sonido interior puede resultar una desventaja más que una ventaja. Es favorable pescar con señuelos con sonido cuando las aguas están tomadas o turbias, o a primera y última hora del día, cuando no hay tanta visibilidad. El sonido ayuda a los peces a localizar el artificial. Esta utilidad también es beneficiosa para la pesca de ciertas especies a las que les cuesta más encontrar nuestro señuelo, como el siluro, o para otras que se pescan a bastante profundidad, como lucios -sobre todo los de gran tamaño- y luciopercas.
Pero puede resultar perjudicial en lugares de pesca donde exista gran presión pesquera y se realice frecuentemente lo que denominamos «captura y suelta» -algo necesario hoy en día-, pues los peces llegan a relacionar este tipo de sonido con el peligro y, en lugar de atraerles, les asusta.
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Modelos de peces artificiales con sonido interior
Los modelos más característicos de este tipo son los rattling o lipless -que carecen de babero-, en los que gran parte de su poder de atracción se debe a este sonido. Es el caso del Rattlin’ Rápala o Rat-L-Trap de America’s Bait. Este último, es uno de los peces más vendidos en Estados Unidos. Otros modelos que, aunque no sean construidos con la finalidad de ser localizados por esta cualidad, tienen sonido interior son el Hot Lips Express de Lurh Jensen, Fot Boy de Hart, Crúnk’N Dive de Yo-Zuñ y el Fat Rap de Rápala.
Uno de los temas más olvidados por los profesionales de la pesca en lo que a los peces artificiales se refiere, es la penetración en el agua al caer. Lo que no se puede olvidar es que, si lanzamos fortuitamente justo encima de un pez, el estrépito puede asustarlo más que atraerlo. Ciertos modelos están equilibrados de tal manera que, al caer al agua, lo primero que se sumerge es la parte de atrás, para limitar su efecto perturbador, en lo posible, al chocar con la superficie tras el lance.
Tampoco debería limitarnos esta circunstancia y motivar el cambio del señuelo por otro que resulte más discreto a la hora de entrar en el agua; simplemente, hay que tenerlo en cuenta y lanzar con algo más de cuidado cuando tengamos la certeza de que los peces rondan las proximidades. Seguramente, una carpa de doscientos gramos, al saltar, cree mayores turbulencias que cualquiera de nuestros artificiales.
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